Caín matando al bueno de Abel

Dialéctica de Hegel aplicado a si hay que ejercer la violencia contra el que te impide el botellón.

Si otro simio te multa por beber cerveza, o te humillas o le matas a pedradas, sino acostúmbrate a ser esclavo y descubre quién será tu amo.

 


La historia se ha construido de innumerables formas, pero si nos ponemos a analizar de cerca cada una de ellas podemos concluir que todas ellas siguen un mismo patrón y todas ellas son o falsedades o arbitrariedades contrarias a cualquier tipo de naturaleza primigenia humana.

 


Después de este párrafo grandilocuente, un ejemplo: Yo (un homínido) voy alegremente caminando por la calle bebiéndome una cerveza (zumo de cebada fermentada) y de un rincón sale un policía (otro homínido) que me hace parar, me pide la documentación y me dice que me a sancionar económicamente , lo que se traduce en que por beber el zumo de cebada, ese policía, que representa a un estado despersonalizado, me va a arrebatar un porcentaje del fruto de mi trabajo ganado con el sudor de mi frente (en Madrid con hasta 600€ por semejante afrenta). 

 


Simplificamos esta ecuación a un homínido le arrebata a otro el fruto de su esfuerzo justificándose en una prohibición de beber no elegida por ninguno de los dos. Ante esto y siguiendo una reducción primitiva de la ecuación solo cabe humillarse y aceptar la autoridad que ese homínido representa o bien defenderse y matarle a pedradas por intentar robarte.

 


Esta reducción se asemeja de forma simplista a la dialéctica del amo y el esclavo de Hegel, pero ver el mundo de esa forma nos lleva indudablemente a vivir consciente de tus cadenas y como un ser inferior a la autoridad (estado y sus representantes), a ser parte del opresor o bien a rebelarte de forma violenta, cosa que hoy en día no tendría ningún resultado positivo para nadie ya que el poder del estado y los supra-estados parece incontestable ante un individuo o grupos sin poder.

 


¿Qué hacer entonces? Yo he optado por tomármelo de la única forma que me permite mantener cierta cordura sin humillarme del todo y sin convertirme en un sanguinario vengador de mi libertad, tomándomelo todo a risa es el punto medio entre ser un oprimido y ser un sanguinario, haría bien entonces la autoridad en permitir siempre la salida del humor ya que sino lo permite, es posible que vivamos en una opresión absoluta o bien corran ríos de sangre. Y Guti maricón, Raúl sin selección.
 

 
 
 
 
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